lunes, 16 de marzo de 2015

El mayor robo de arte en Estados Unidos,

Un misterio sin resolver 25 años después


Atraco al Museo Isabella Stewart Gardner
Atraco al Museo Isabella Stewart Gardner Imagen del interior del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, donde se aprecia un marco dorado que albergaba una obra de Rembrandt. Hasta 13 obras fueron robadas en 1990 en el mayor robo de la historia de EE UU, un misterio sin resolver. (Museo Isabella Stewart Gardner)
Se trata del atraco al Museo Isabella Stewart Gardner de Boston en 1990. Dos ladrones disfrazados de policías se colaron en el museo, se apropiaron de 13 obras valoradas en más de 500 millones y desaparecieron sin dejar rastro. Entre las maravillas del botín destacan dos lienzos de maestros holandeses: 'La tormenta en el mar de Galilea' de Rembrandt y 'El concierto' de Vermeer. Veinticinco años después, el caso sigue siendo un quebradero de cabeza para los detectives del FBI, que mantiene "activa" la investigación.
Parece el argumento de una novela de Agatha Christie: el mayor robo de arte en la historia de EE UU, perpetrado con nocturnidad por dos escurridizos ladrones en un museo de Boston, continúa siendo un enigma veinticinco años después. Ya hubiera querido Hércules Poirot, el sagaz detective creado por la 'reina del misterio', tener entre manos un caso tan intrigante como el atraco al Museo Isabella Stewart Gardner, fundado en 1903 por esa coleccionista de arte en un palacete de estilo veneciano que es en la actualidad una de las atracciones turísticas más populares de Boston. Con tanto esmero dispuso la señora Stewart Gardner sus 2.500 obras —entre ellos cuadros únicos de grandes maestros y fabulosas antigüedades de Europa y Asia—, que subrayó en su testamento, antes de morir en 1924, el expreso deseo de que nadie alterara ese orden. Robo en el museo Sin embargo, su mandato se incumplió un lluvioso 18 de marzo de 1990, poco después de la medianoche, cuando dos ladrones disfrazados de agentes de policía se presentaron de improviso en el museo. Los inesperados visitantes convencieron a un guarda algo timorato, Richard Abath, un melenudo y joven roquero que había abandonado los estudios, para abrirles la puerta con el fin de investigar un "ruido". "Señores, esto es un atraco", anunciaron a bocajarro los delincuentes, según recordó recientemente el propio Abath, que en la actualidad tiene 48 años, al evocar la peor noche de su vida. Durante cerca de hora y media, los atracadores —que lucían, al parecer, frondosos bigotes postizos— deambularon a sus anchas por las salas del palacete, se apropiaron de trece obras valoradas en más de 500 millones de dólares y desaparecieron sin dejar rastro. El FBI se centra en hallar el botín porque prescribió el plazo legal de cinco años para detener a los ladrones Entre las maravillas del botín destacan dos lienzos de maestros holandeses: La tormenta en el mar de Galilea (1633), el único paisaje marino que se conoce de Rembrandt; y El concierto (1658-1660), uno de los 34 cuadros que se conservan de Vermeer. Los malhechores también sustrajeron dos obras más de Rembrandt, cinco de Degas, una de Manet, otra de Govaert Flinck, así como un matraz de bronce de la dinastía china Shang y un remate bronceado con forma de águila que coronaba una bandera de seda napoleónica. A la mañana siguiente, Abath y otro vigilante aparecieron en el sótano del museo esposados y amordazados con cinta adhesiva, y la Policía puso en marcha una operación para atrapar a los autores del "mayor delito contra la propiedad en la historia de EE UU". Pistas y teorías de toda clase sobre el robo Más de dos décadas después, el caso constituye todavía un quebradero de cabeza para los detectives del FBI, que mantiene "activa" la investigación. "El FBI trabaja diligentemente para recuperar las obras de arte y devolverlas al museo", confirmó un portavoz de la oficina del FBI en Boston, cuyos esfuerzos se centran en hallar el botín porque prescribió el plazo legal de cinco años para detener a los ladrones. Además, el Museo Isabella Stewart Gardner "aún ofrece una recompensa de cinco millones de dólares por información que conduzca directamente a la recuperación" del arte robado, explicó el director de seguridad de la institución, Anthony Amore. "De manera constante, recibimos pistas y las seguimos todas", comentó Amore, sin aportar detalles acerca de un caso con todos los ingredientes para un guión de un thriller de Hollywood. Como todo buen misterio sin resolver, no han faltado teorías tan llamativas como poco fidedignas que han atribuido el robo a agentes del Vaticano, emires de Oriente Medio, millonarios codiciosos o integrantes del Ejército Republicano Irlandés (IRA). En las paredes del museo, los turistas pueden contemplar los marcos dorados vacíos de cuatro de las pinturas robadas En una rueda de prensa convocada a bombo y platillo el 18 de marzo de 2013, cuando se cumplían 23 años del atraco, el FBI aseguró que había identificado a los ladrones, "miembros de una organización criminal" que operaba en estados del noreste de EE UU. Sin divulgar el nombre de los criminales, el FBI precisó que las obras acabaron en la zona de Connecticut y Filadelfia, no lejos de Boston, donde los atracadores intentaron ponerlas a la venta. "Después del intento de venta, que ocurrió hace aproximadamente una década, el conocimiento del FBI sobre el paradero del arte es limitado", admitió el Buró en la rueda de prensa. Según afirmó el veterano periodista Stephen Kurkjian, que escribió para el diario Boston Globe durante cuarenta años y acaba de publicar un libro sobre el robo, los responsables del delito "no fueron sofisticados ladrones de arte", dado el escaso cuidado con que manipularon varios cuadros al cortarlos de los marcos y el hecho de dejar atrás obras valiosas de maestros como Tiziano o Rafael. Con todo, sí eran "ladrones expertos" de la mafia de Boston, que "conocían bien su oficio" y "mantenían los ojos abiertos" antes de asestar un golpe, apuntó Kurkjian, ganador de tres premios Pulitzer. En las paredes tapizadas del museo, los turistas pueden contemplar en la actualidad los marcos dorados vacíos correspondientes a cuatro de las pinturas robadas en 1990. Se trata de "espacios reservados que simbolizan nuestro compromiso con el retorno de las obras de arte", subrayó Amore. Kurkjian confía en que la suculenta recompensa del museo ayude a revelar el paradero del botín, aunque advierte de que algunos de los mafiosos presuntamente involucrados en el robo "están muertos" y se han podido llevar a la tumba ese "secreto".

EFE

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