jueves, 19 de marzo de 2015

Restaurantes de los museos: escaparates más cuidados

El Guggenheim ha optado por una cocina de calidad desde su apertura.  (Archivo)

Atrás han quedado los cafés y sándwich insípido eterna comido prisa por salir de una exposición. Esta cocina consciente Miércoles museos, que es parte de su imagen de marca.

Diseño atractivo, cartas firmadas por cocineros conocidos, una amplia gama de precios y servicios ... Otros argumentos para atraer a muchos visitantes y tratar de repetir. Museo Guggenheim de Bilbao, el MoMA y Lucca, el centro de arte contemporáneo de Lucca (Italia), contienen hasta restaurantes gourmet con una estrella en la prestigiosa Guía Michelin.
De hecho, los museos están prestando cada vez más atención a la satisfacción del cliente, dice Jean-François Camarty, Director General de Concesiones Elior, que gestiona cafeterías y restaurantes de París en el Louvre, Orsay, el Quai Branly Palacio de Versalles, entre otros.
"Hay una competencia entre los museos, entre los países, y la calidad de la restauración es ahora parte integrante de la reputación criterios o la calidad de un museo", subraya. "Mucho más frecuencia que antes, discute con ellos lo que ha funcionado o no."
"Al igual que en toda la restauración, los clientes esperan de calidad superior" destacados. Pero tiene que ser para todos los gustos y bolsillos. Museos menudo tienen varios niveles de la restauración: bar y restaurante.
El Guggenheim ha optado por una cocina de calidad desde su apertura en 1997, convirtiendo el chef Josean Alija, que entonces tenía sólo 19 años.
"Fue una visión clara que tuvo Juan Ignacio Vidarte, director del museo, que está vinculado al País Vasco es una tierra con una gran tradición gastronómica de calidad", dijo a la AFP Begoña Martínez, comunicaciones adjuntos este museo de arte moderno y contemporáneo diseñado por Frank Gehry.
 
- 'Alambre de plomo' - 
Así nació el restaurante Nerua, que propone una cocina innovadora a base de productos locales y fue galardonado con una estrella Michelin en 2012.
José Alija, el trabajo en el Guggenheim "es una oportunidad para maximizar la cocina. El Guggenheim pide vanguardia pide identidad y pide estilo es lo que hemos estado haciendo", dice.
Para los museos que garantice los derechos y reciben un porcentaje de la facturación, los espacios de comedor permiten la obtención de recursos que son bienvenidos.
"Por supuesto que hay un interés económico", dijo Marjorie Lecointre, director de eventos y explotación del Grand Palais de París. "Pero no sólo! Queremos que la gente se sienta bien y volver. Es parte de un rastro."
Una ruta que pasa a partir de 2009 para "Minipalais", cuya letra se hace a mano por el chef Eric Frechon tres estrellas. Además de un menú a 29 euros (31 dólares), este restaurante también ofrece corte o sardinas frío, un asado de cordero con pimienta de Espelette o mollejas en Condado corteza del queso.
Con una entrada independiente, el establecimiento ha logrado atraer a una clientela que va más allá de los visitantes. "Cuando la FIAC (Feria Internacional de Arte Contemporáneo) en el Grand Palais, se inundó con la gente, pero incluso cuando no hay eventos tienen un barrio parisino clientela", dijo a la AFP Eric Fréchon.
Dos museos abiertos en los últimos dos años en Francia también recurrieron chefs con tres estrellas: Michel Bras (Museo Soulages) y Gérald Passédat (Museo de la Civilización en Europa y el Mediterráneo, MuCEM).
Esta última cocinero Marsella, que abrió varios espacios de comedor y una escuela de cocina en MuCEM, cree que es importante contar con un "hilo" que refleja la identidad del lugar.
Su ambición es convertir el restaurante Le Mole Passédat "un catalizador para la cocina mediterránea gastronómica." Para ello, este mes invitó cocinero Anthony Genovese (Il Pagliacci en Roma, dos estrellas Michelin) a participar en un "codiciosos Encuentros del Mediterráneo" dedicado la primera edición en la cocina italiana.

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